Abril, 30 2019
UN ILUSTRE DESCONOCIDO
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Sébastien Nicolas es un hombre del montón. Tiene 42 años, usa anteojos a la antigua, mide 1.75 y pesa 70 kilos, es soltero, vive apartado de su familia: su madre viuda y su hermana recién casada y con un hijo. Lleva una vida monótona y rutinaria como agente inmobiliario de la Agencia Chambard. Usa trajes comunes pasados de moda y corbatas coloridas. Es un personaje que da la sensación de estar muerto en vida. Pareciera que está presente, pero su mente está en otro lado, fuera de esa realidad que está viviendo. Sébastien observa, sigue e imita los gestos de los clientes que conoce durante sus horas de trabajo y sin embargo oculta algo: una suerte de laboratorio en su casa en donde fabrica prostáticos de látex, pelucas y más para suplantar brevemente la identidad y la existencia de los demás. De esta manera vive a través de la existencia de los otros, reproduciendo su cotidianidad. Sin embargo, su vida da un giro dramático, cuando conoce a Henri de Montalte, un maduro y afamado violinista arrogante e intolerante plagado de fetiches: no soporta el color naranja, no tolera que fumen en su presencia y sólo resiste el olor de su propio tabaco. Montalte desea un amplio departamento en París con muchas ventanas y que no haya niños ni jóvenes arriba o debajo de él. Quiere instalarse de nuevo en su ciudad natal luego de una estancia de varios años en Nueva York. Sébastien lo espía, entra a su departamento y poco a poco se va adueñando de sus gustos y cuando consigue suplantarlo, se entera que Montalte tuvo un accidente de auto del que salió con vida y que además, abandonó hace años a una mujer más joven que él y tiene un hijo pequeño virtuoso del violín. Es justo ahí donde Sebastién se percata que existen viajes sin regreso.