Febrero 24, 2015
EL FABRICANTE DE ESTRELLAS
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1953. Joe Morelli –en realidad Giuseppe Romolo- quien se hace llamar Doctor Morelli, recorre los pueblitos perdidos de Sicilia, como Realzisa y otros más, con su destartalado camión tapizado de carteles y fotografías de grandes películas italianas y estadunidenses, su obsoleta cámara de cine Ascania y película velada, su micrófono, equipo de iluminación y su improvisada carpa, donde monta su pequeño Estudio de Cine. En cada lugar donde se detiene, Morelli asegura a sus esperanzados y miserables pobladores, que es capaz de hacer realidad los sueños de cualquiera que aspire a convertirse en una estrella de cine, los mismos que llegan a ganar cien millones de liras al año. Así, con el pretexto de descubrir rostros nuevos para la pantalla grande, cobra a los ingenuos lugareños un mil 500 liras por una prueba de pantalla, que según él, envía a la Universal Cinematográfica de Roma, donde los elegidos tendrán una oportunidad de presentarse en los Estudios Cinecitta para ser contratados como actores. Su presencia siempre despierta entusiasmo e interés. Alrededor suyo se hacen largas filas de ancianos, hombres, mujeres, niños que recitan fragmentos de Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood, 1939). Así, ante su cámara de cine, desfilan, todo tipo de personajes, cada quien con sus propios sueños, traumas y esperanzas, incluso un viejo profesor mudo en apariencia. La cámara consigue que sean ellos mismos, con toda su sinceridad por unos cuantos minutos, incluyendo a un sargento brigadier y una bellísima jovencita de cuerpo espectacular que ha nacido en un convento, Beata, a la cual todos quieren poseer y que se enamora de Morelli y él de ella. Cada uno de ellos quiere salir de su pueblo y convertirse en alguien. Sin embargo, Morelli no es el único estafador, también los hay políticos mafiosos y una pareja que fingen ser nobles y dueños de varios pueblos. Finalmente, Morelli es atrapado y desenmascarado como charlatán y estafador por el propio brigadier. Se descubre que su material de nitrato ha expirado y es inutilizable. Sometido al escarnio público, es golpeado sin piedad por los hombres de un mafioso que se ha hecho pasar por muerto: todo ello, ante los ojos de la bella Beata, fanática del cine quien sufre también las consecuencias de la vergüenza y el abandono. Morelli es llevado a un hospital y a un centro de detención donde es encerrado por más de un año. Al salir, recupera su camión y busca desesperadamente a Beata quien se encuentra en un asilo de enfermos mentales donde repite incoherencias. Morelli con enorme tristeza promete regresar por ella.